Austin, El Chico del Apartamento 512




Al llegar a mi departamento 

¿Cómo es que cada vez que salgo del ascensor y estoy a punto de abrir la puerta de mi casa, sale él? ¿será que a ese personaje de Chollywood le gusto como a mí? 

      Hola – me dijo mientras cerró la puerta de su casa. 

 ¡Ah! Hola, hola – respondí nerviosa, cortante y me encerré rápido en mi departamento.

Vi por el huequito de la puerta y estaba él, parado, moviendo la cabeza de lado a lado, como si estuviera decepcionado. Se quedó por un minuto y luego se fue. ¿Por qué? ¿Por qué tengo que ponerme así? Sé de ese ser humano de ojos verdes desde que COMBATE, ¡es Bacán!.

Al verlo ir, prendí las luces de mi sala, tiré las cosas al sofá, encendí la radio y

"El chico del apartamento 512, es
él quien me hace tartamuda y más".

empezó a sonar – irónico –. Al ir a la cocina, noté que no tenía azúcar y la necesitaba para el postre que quería preparar esa noche. Agarré mis llaves y me fui a la tienda.

Llegué, pero se había acabo. No quería ir al supermercado donde a todo le doblan los precios. Me regrese a casa, cuando lo veo entrando. Mi conciencia apareció:

      Ve, pregúntale. No seas gallina. –

Fuera de mi departamento 

Como siempre, le hice caso. Le toqué el hombro.




      Oye, hola.- dije nerviosa - Hum, soy la chica del departamento de al frente. ¿Tienes azúcar? –

Sonrió picaramente y me dijo:

      Es la excusa más vieja para hablarle a tu vecino. –

Lo miré sorprendida, ¿cómo me pudo contestar así? En ese momento, al Chico Reality, a quien colocaba en un pedestal por haber terminando su relación tóxica con la Fuster, lo empecé a odiar. Le respondí:

      ¡Atorrante! – Me di media vuelta y me fui.

Al querer entrar a mi casa, siento que me jala la mano hacia atrás.

   Perdóname, no soy así. Fui un idiota. – dijo arrepentido. – Me puse demasiado nervioso. – continuó.

Yo, como toda mujer digna, que se respeta, súper luchona, no le contesté y solo lo miraba furiosa.



     ¿Podemos empezar de nuevo? – preguntó. – Soy Austin, el chico del apartamento 512.

      Lo sé. Vives al frente – le respondí cortante.

      Perdóname. No quería responderte así, menos a ti.

¡Dios mío, Santo, mi Señor! ¿Escuché bien? ¿Acaso me dijo “menos a ti”? ¿Ahora? ¿Dejo mi dignidad? ¿Con esto podré hablarle como he querido desde hace 5 años? En ese momento, recordé a mi querida Susy Diaz:

      “Vive la vida y no dejes que la vida te viva”.

Adiós, dignidad. Bienvenida a la fan enamorada.

      Está bien, pero tendrás que darme todo tu azúcar. – le contesté

      ¡Ja!, como digas – dijo riendo

Abrió la puerta, quiso que pase, pero no lo hice. Tenía que resistir a la tentación y darle una buena impresión. Al dármela, me di cuenta que estábamos interactuando por primera vez. Le agradecí y cuando estoy a punto de entrar a mi casa, me pregunta:



    ¡Hey! Nunca te pregunté tu nombre. ¿Cómo te llamo?

   Yvonne, dime Yvonne – le respondí sonriendo antes de cerrar la puerta.



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